Pérdidas, hallazgos y conexiones

Antes o después acaba ocurriendo algo que nos desvela la realidad y nos muestra “el mundo tal como es, marcado por las pérdidas pasadas y la inminencia de las futuras”

Para tomar perspectiva y reconectar con lo importante no viene mal recordar que la vida es un rosario de pérdidas y hallazgos que se suceden desordenadamente. Afortunadamente, a lo largo de nuestra existencia también vamos creando conexiones profundas con otros seres humanos que con frecuencia llenan de sentido los hallazgos o hacen más llevaderas las pérdidas. De todo esto nos habla la escritora y periodista norteamericana Kathryn Schulz en su libro “Una estela salvaje”, publicado por Gatopardo Ediciones, cuya lectura recomiendo. El ensayo se estructura, a partir de su título original en inglés “Lost and found” (la expresión inglesa para «objetos perdidos»), en tres capítulos que titula “pérdidas” (“lost”), «hallazgos» (“found”) e “y” (“and”) es decir, conexiones. Schulz describe de una forma lúcida y honda la realidad de la pérdida y el hallazgo del amor como experiencias que conforman la condición humana, partiendo de sus propias vivencias. Nos recuerda que la pérdida “lo abarca todo sin distinción: lo trivial y lo importante, lo abstracto y lo concreto, lo extraviado temporalmente y lo desaparecido para siempre”, de manera que, aunque procuremos ignorar su verdadero alcance, antes o después acaba ocurriendo algo que nos desvela la realidad y nos muestra “el mundo tal como es, marcado por las pérdidas pasadas y la inminencia de las futuras”, hasta el punto de que “no hay nada lo bastante grande como para no perderse”.

Las pérdidas son una cura de humildad y una oportunidad para aprender a vivir y a soltar

Nos cuesta aceptar las pérdidas, tanto las más serias como las más nimias y cotidianas. Nos cuesta creer que lo que tenemos delante de nuestros ojos está pasando de veras. Todas son una cura de humildad y una oportunidad para aprender a vivir y a soltar. Para Schulz “el duelo es vivir con la presencia constante de la ausencia”. Con afirmaciones como esta demuestra su capacidad para poner palabras a experiencias complejas que articulan nuestra humanidad compartida a lo largo del proceso de duelo. Pero no solo las pérdidas, también los hallazgos nos cambian el eje sobre el que gira nuestra existencia. Y el hallazgo con mayúsculas, el más azaroso y asombroso, nos recuerda Schulz, es el amor, hasta el punto que “a menudo nos sorprende por el lugar y el momento en que aparece, y, sobre todo, por la persona que lo encarna”.

Amarse a pesar de las diferencias

Y el reto permanente de este hallazgo, una vez que empieza a rodar la relación y descubrimos todo lo que tenemos en común, “es amarse a pesar de las diferencias”, y de esta manera el otro o la otra amplía verdaderamente nuestro mundo, cuando aprendemos a discurrir por una amalgama de sentimientos contrarios. Y así, amor y dolor están ligados, sobre todo al ser conscientes de que todo lo que tenemos lo perderemos algún día y que nuestra felicidad está en manos del azar, y por lo tanto el temor a perder lo que más amamos nos debe recordar que estamos aquí para proteger y cuidar lo que es frágil. Por eso, uno de los grandes retos que tenemos los/las psicólogos/as es justamente ayudar a las personas que ponen su confianza en nosotros/as a reconocer y asimilar el dolor que comportan las pérdidas, sin dejar de mirar hacia aquellos/as que aman, y aprender a surcar ese mar de sentimientos contrarios, sin ignorarlos ni negarlos, para no dejar de nutrir y fortalecer las conexiones que nos aportan plenitud y satisfacción.